A través de él, se puede sentir el abrazo eterno entre el pasado, presente y futuro de la ciudad.
Su diseño neoclásico, que se alza con orgullo en el centro de la ciudad, nos recuerda una época donde la arquitectura y el arte convergían para dar vida a auténticas obras maestras.
Y si observas detenidamente, te darás cuenta de que cada deta- lle, desde sus robustas columnas hasta sus finos frisos, narran his- torias que han marcado el paso del tiempo.
Al observar la cima de este mo- numental arco, uno no puede evitar ser cautivado por la figura de un león dorado.
La historia nos cuenta que en el siglo XIX, este Arco sirvió como puerta de bienvenida a todos aquellos que visitaban la ciudad.
Este imponente guardian, más allá de ser un elemento decorativo, simboliza la fortaleza y el carácter del pueblo leonés. Y cuando la ciudad se sumerge bajo el manto nocturno, una delicada iluminación se encarga de resaltar cada rincón del Arco, convirtiéndolo en el escenario perfecto para aquellos que buscan sumergirse en la magia nocturna de León.